Residencial tiene en su centro un pequeño valle o vaguada. A cada lado de este valle una fase, una zona del proyecto. Las viviendas, desde lo más alto de ambas, miran al mar y al Sur. Y miran también a sus propios grandes espacios aterrazados, espacios que dan vida. Jardines aterrazados son el eterno sueño de todas las culturas mediterráneas, antiguas y actuales. Y, como en las más antiguas culturas, las terrazas escalonan su bajada al valle con grandes muros de piedra ciclópea y de mampostería clásica. De piedra natural. Como hace tres mil años. Y cada plataforma trae su belleza. Las más altas con el agua, las piscinas, el mirador y las zonas de encuentro social. Y la mirada al mar, desde arriba, en su escala justa. Las siguientes terrazas traen vegetación y sendas para pasearlas. Para la meditación, para el paseo y para hablar con la Naturaleza. Para estar y para mirar. Las dos zonas estarán comunicadas por una pasarela para personas. Pasarela sobre el valle que solo quiso comunicar las dos zonas, pero resultó ser algo más, como nos suele pasar , buscando siempre algo más.