En el alternativo y cosmopolita corazón del barrio del Progreso, latiendo al ritmo generado por movimientos multiculturaes, comtempóraneos, emerge esta calle como vestigio romántico de una ciudad que trasmuta, que se humaniza, que se entrega para ser vivida sin reservas. Caminar por sus aceras adaptadas, espaciosas, con prioridad peatonal, permite a la diversidad de personas que la visitan experimentar un ritmo absolutamente carente de la agresividad de otras zonas urbanas. Sus pequeños comercios especializados, sus locales de ocio, y unos exteriores que invitan a sentarse y compartir, resultan un deleite para la cotidianidad de quien tiene la fortuna de crear su hogar aquí. Es por ello que, este inmueble lleno de luminosidad, se postula como un hábitat abierto, con estancias que desprenden positividad además de inspirar diferentes opciones para rediseñar su interior. Una espaciosa cocina podría convertirse con facilidad en un dilatado ambiente compartido con el salón, prescindiendo simplemente de la pared divisoria. Inspira a favorecer la utilidad de las estancias hacia la fachada, dejando todo el protagonismo a la perspectiva que otorga la Ronda de Don Bosco, privilegiada para quienes amamos habitar el centro.