Algunos espacios cobran la categoría de hogar apenas se ingresa en ellos. Este dúplex sito en la Rabassa peatonal, arbolada, discreta, enclavado en quizá el barrio más tradicional de Barcelona como es el de Gracia, adquiere esa condición a la primera mirada. Y si a la ubicación le añadimos la luz, mediterránea por barcelonesa, dual: matutina y vespertina; la ventilación también a dos vertientes, por asomarse el inmueble a la calle y a un amplio patio de manzana, y la intimidad por estar situado en un edificio con un solo vecino, la naturaleza de potencial hogar se incrementa más si cabe. Pero cuando nos desenvolvemos en su espaciosidad íntegramente reformada y nos seduce primero su distribución, después las calidades de los acabados y por último un estilo que combina el respeto hacia los elementos originales y la vanguardia de la carpintería, la iluminación, la ambientación y la refrigeración-calefacción, la sensación de que hemos encontrado nuestro ecosistema residencial se eleva hasta el punto de no retorno. Tres habitaciones, dos baños, una extensa cocina-office, un salón que parece emitir luz propia y áreas de paso holgadas que eliminan cualquier reminiscencia de pasillo dotan a la vivienda, al hogar, de una habitabilidad emocional irrenunciable. Y la terraza Una terraza remozada, extensa, amable para ser pisada y vivida, inundada de luz y tipismo, complementa la percepción inmediata de que el hogar debe ser este y así.