La finca de olivos está constituida por tres parcelas diferenciadas que se extienden en una superficie arbolada y productiva. A continuación se detallan las características principales de cada una de estas parcelas y las instalaciones complementarias que forman parte de la finca: Esta parcela está dedicada a olivos jóvenes, plantados con la técnica de un pie, que favorece el crecimiento uniforme y facilita la recolección. Los árboles están alineados en hileras bien definidas, con suficiente espacio entre ellos para permitir el acceso de maquinaria agrícola y el mantenimiento adecuado. Los olivos en esta parcela son robustos y se espera que una plena producción de alta calidad. Las otras dos parcelas están compuestas por olivos viejos, de troncos gruesos y retorcidos, testigos del paso del tiempo. Estos árboles centenarios son apreciados por su capacidad de producir aceitunas de sabor intenso y características excepcionales. Las parcelas están cuidadosamente gestionadas para mantener la salud y productividad de estos árboles, que requieren técnicas de poda específicas y un manejo más detallado. La finca cuenta con un pozo de agua declarado, que asegura el suministro de riego necesario para mantener la vitalidad de los olivos, especialmente durante los periodos de sequía. El pozo está equipado con un sistema de bombeo eficiente y una red de tuberías que distribuye el agua de manera equitativa a las tres parcelas, garantizando así una irrigación adecuada y constante. Para el almacenamiento y mantenimiento de las herramientas agrícolas, la finca dispone de una nave de aperos. Esta construcción es espaciosa y funcional, diseñada para guardar equipos y otros implementos necesarios para el cuidado de los olivos. En conjunto, esta finca de olivos representa una combinación de tradición y modernidad en el cultivo del olivo, con parcelas que reflejan diferentes etapas del crecimiento de los árboles y una infraestructura que garantiza la sostenibilidad y eficiencia de la producción agrícola.