Las condiciones complejas del terreno han sido escaladas y cumplido el objetivo de conseguir vistas al paisaje, mar y montaña. El terreno abraza a la casa, en un juego de cajas superpuestas, la sensación que la vivienda ha nacido del terreno, la perfecta integración del hombre con la naturaleza. La casa mira desde todas sus estancias al mar, al horizonte, al sol y a la montaña. Conectada plenamente, una construcción homogénea, los colores ocres, azules, blancos y verdes rodean este universo propio. En la parte superior, definido como un espacio social, conviven las zonas de día. La terraza y la piscina se integran como una prolongación de la planta y una conexión con el paisaje. La apertura de la fachada frontal acristalada, sin ningún tipo de apoyo intermedio, enmarca una vista panorámica hacia el mar. Al apoyar únicamente en los planos laterales y dejar libre la visual del frente se obtiene una sensación de libertad y limpieza que hace de la casa un hogar sereno, conectado con el horizonte. La estética robusta y estructural de la vivienda es el resultado de los materiales en bruto. El enjambre de hormigón blanco queda atravesado por una columna vertebral de ónix amarillo retroiluminado que conecta toda la vivienda mediante unas escaleras del mismo material. Los peldaños volados se expresan como grandes tablas macizas de ónix que emiten luz por todas su caras. La piedra natural retroiluminada dotan a la vivienda del carácter tectónico que la conectaron las entrañas de la tierra. Las exclusivas piezas de ónix vulcano adquieren un carácter escultural integrando las estancias de noche como un lienzo para contemplar las cualidades plásticas de la piedra natural.
De reciente finalización y prácticamente a estrenar encontramos esta exclusiva casa en la cima de una montaña, dentro de la urbanización de Valencia más segura y completa. A tan solo 20 kilómetros de Valencia, 5 kilómetros del mar, 20 minutos del aeropuerto y a un paso de los más prestigiosos colegios internacionales.