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planta en el salón
Hogar ecológico 16 febrero 2024

Cómo proteger las plantas de interior de los cambios de temperatura


Las plantas reaccionan a las variaciones climáticas con estrés y daños. Aquí tienes medidas prácticas para protegerlas de los cambios de temperatura.
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Raquel González

Colaboradora de Indomio.es/news

Las plantas de interior son capaces de aportar vitalidad y frescura a nuestros espacios domésticos, pero protegerlas de los cambios de temperatura puede no ser tan sencillo.

De hecho, las plantas son organismos sensibles y les afectan las variaciones climáticas, que pueden causarles estrés y daños.

Entonces, ¿cómo protegerlas de los cambios de temperatura y qué hacer en caso de temperaturas altas o bajas?

¿Cómo proteger las plantas del frío?

El frío puede convertirse en un verdadero enemigo para las plantas de interior, ya que las bajas temperaturas pueden dañarlas considerablemente, tanto en las hojas como en los tallos y las raíces.

Por ello, hay que seguir algunos trucos para proteger las plantas del frío. En primer lugar, lo mejor es llevar al interior las plantas que habitualmente pueblan el balcón, para que disfruten de temperaturas más favorables, además de protegerlas de las peligrosas lluvias y granizadas.

También «cubrir» las plantas es una solución muy útil para protegerlas en invierno: esta acción consiste en distribuir materia orgánica (como paja, hojas secas o corteza) sobre la superficie del suelo circundante, a fin de crear un eficaz aislante térmico que permita a la planta y al suelo conservar el calor y proteger las raíces del peligro de heladas.

Por último, es aconsejable apisonar las plantas, es decir, levantar la planta y cubrirla con material aislante como paja, hojas secas o compost. Esta práctica sencilla pero eficaz ayuda a conservar el calor alrededor de la planta, proporcionando una capa adicional de defensa contra las temperaturas bajo cero.

¿Qué hacer si la planta ha cogido frío?

Tras un periodo intenso de heladas, las plantas suelen encontrarse en un estado de desnutrición, ya que el frío reduce en gran medida los nutrientes del suelo. Para intentar salvarlas, resulta esencial aportarles un suplemento de nutrientes, lo que puede conseguirse mediante el uso de diversos fertilizantes, incluidos los de origen natural.

Cuando una planta ha estado expuesta a temperaturas extremadamente bajas, también es crucial administrarle inmediatamente agua a temperatura ambiente. Esto ayuda a reducir las partes de la planta afectadas por el frío al facilitar la escorrentía.

En los días siguientes, el riego debe realizarse en cualquier caso sólo cuando el suelo no esté completamente seco, asegurando un suministro equilibrado de agua.

Otra solución a considerar, si es posible, es trasplantar la planta. Se trata de trasladar la planta a un suelo adaptado a sus necesidades, caracterizado por el calor y la riqueza en nutrientes.

De este modo, si la planta sigue viva, tendrá la oportunidad de regenerarse formando nuevas raíces y recuperando su estado inicial. Al trasplantar, es esencial eliminar cualquier parte enferma, lo que contribuirá a la salud general de la planta y a su proceso de recuperación.


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Radiadores y plantas: ¿qué hacer?

Otro elemento a tener en cuenta en invierno para proteger las plantas del frío son los radiadores. Si para nosotros el calor que desprenden es acogedor, para las plantas no siempre es tan gratificante. Por tanto, la elección del lugar donde colocarlos se vuelve crucial, y esto depende obviamente del tipo de planta de que se trate.

Las plantas grandes, como el ficus benjamin, el árbol de la felicidad, la kenzia y el filodendro, pueden colocarse fácilmente cerca de los radiadores, ya que prefieren los ambientes más cálidos.

En caso contrario, las plantas de tamaño medio, como el anthurium, el spatiphyllum y la azalea, deben colocarse a cierta distancia de los radiadores. El calor excesivo tiende a ennegrecer las hojas, por lo que es aconsejable mantenerlas alejadas y ligeramente elevadas del suelo.

En cuanto a las plantas pequeñas, no existe una regla universal; depende mucho del tipo concreto de planta. Por ejemplo, las orquídeas aprecian el calor, mientras que las suculentas o las begonias pueden tener dificultades para sobrevivir en un ambiente demasiado seco.

¿Cómo proteger las plantas del calor?

Junto con el frío, las temperaturas muy altas también pueden poner en peligro la salud de las plantas de interior.

En primer lugar, es crucial mantener un suministro regular de agua a las plantas, especialmente durante los días más calurosos. La hidratación se vuelve esencial en estas condiciones, pero es importante evitar regar durante las horas más calurosas del día.

Otra medida útil es trasladar las plantas a un lugar sombreado. En efecto, una exposición prolongada al sol puede someterlas a estrés térmico, comprometiendo su salud.

Encontrar un lugar más fresco y sombreado puede ayudar a mantener las plantas a salvo de los daños causados por las altas temperaturas.

Cómo revivir las plantas cuando hace demasiado calor

En caso de que nuestras medidas para proteger a las plantas del calor y los cambios de temperatura no sean suficientes, podemos utilizar algunas estrategias para intentar revivir una planta que ha cogido demasiado calor.

Lo primero que hay que hacer para revivir una planta que ha cogido demasiado calor es centrarse en rehidratar las raíces, ya que son las que proporcionan agua al follaje. Levantando suavemente el cepellón de la maceta y examinando las raíces, es posible ver si hay alguna posibilidad de salvar la planta: para ello, las raíces deben estar aún turgentes.

Cuando la tierra se endurece, se compacta y se despega de las paredes de la maceta debido a los días sin riego, no es necesaria una ducha rápida de agua. En su lugar, es necesario rehidratar las raíces con paciencia. Es aconsejable utilizar un palo puntiagudo para perforar la tierra, con cuidado de no dañar la planta.

A continuación, sumerja la planta con la maceta en un barreño, asegurándose de que el recipiente esté completamente sumergido en agua a temperatura ambiente (evite el agua fría). Si es necesario, bloquee la maceta con una piedra para evitar que flote y vuelque. Deja la planta en remojo durante al menos una hora.

Al sacarlo del recipiente, deja que escurra el exceso de agua y procede a retirar las partes secas (ramas, hojas y flores) con unas tijeras desinfectadas. A continuación, rocíe cuidadosamente el follaje verde restante, utilizando agua destilada, agua de lluvia o agua recogida del aire acondicionado.

Termine el tratamiento colocando la planta en un lugar fresco y sombreado, y espere pacientemente a que se reanime.

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