Responsable de comunicación en Indomio España
Tanto si eres propietario y quieres alquilar tu vivienda como si eres el futuro inquilino y estás buscando alquilar un piso, es importante que conozcas la figura del aval para alquilar. Este aval es una garantía para el propietario de forma que, si el inquilino no pudiera pagar las mensualidades del alquiler o cualquier otro gasto o deuda que contraiga con el propietario, tendrá otras vías para recuperar el dinero.
Existen distintos tipos de aval como el aval bancario o el aval personal, así que veamos a continuación en qué consiste y cómo funciona cada uno de ellos.
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Una opción común para garantizar una mayor seguridad al propietario es que el inquilino suscriba un aval bancario. Este tipo de aval consiste en que sea el banco el que cubra los pagos si el inquilino no lo hace y para ello el inquilino tendrá que dejar una cantidad de dinero suficiente bloqueada en una cuenta especial (por lo general, lo correspondiente a varios meses de alquiler).
Aunque esto es bastante tranquilizador para el arrendador, puede suponer un problema para el arrendatario por varios motivos:
Si esta primera opción no es viable, existe un segundo aval que requiere de una tercera persona. Por lo general se tratará de algún familiar o amigo, una persona con la confianza suficiente con el inquilino como para responsabilizarse de pagar futuras deudas si éste no lo hiciera.
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De esta forma, la persona que actúa como aval tendrá que pagar lo correspondiente en caso de impago, aunque hay un detalle a tener en cuenta. Existe la posibilidad de limitar el alcance de este aval, de manera que se le pueda exigir una cantidad máxima de dinero. También se puede establecer la condición de ir primero contra los bienes del inquilino y solo si este es insolvente se podrá reclamar el dinero al aval.
Si no se dispone de un aval para alquilar como los mencionados anteriormente, existen otros mecanismos útiles para proteger al propietario: