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La catedral de Palma de Mallorca, cuyo nombre real es Catedral-Basílica de Santa María en Palma, es una de las más bonitas e importantes en nuestro país, por los múltiples elementos que la hacen especial. Se encuentra en plena ciudad de Palma, mirando hacia el mar, siendo su edificio más emblemático y atrayendo cada año a alrededor de un millón de visitantes. Pero, ¿cuál es la historia de esta catedral? ¿Cómo es por dentro y qué la hace tan especial? ¿Por qué se la llama «catedral de la luz«?
Esta catedral católica data del año 1229, momento en el que comenzó su construcción sobre el espacio donde anteriormente se encontraba una mezquita. Sin embargo, no se dio por finalizada hasta 1346. En cualquier caso, la catedral lleva alrededor de 700 años en pie, lo que ya es un primer indicio de los siglos de historia que alberga en su interior.
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Sin embargo, a pesar de darla por construida, las obras siguieron durante más de 200 años y a día de hoy aún se mantienen continuas las labores de restauración y renovación para mantener esta pieza intacta.
En su construcción han intervenido varios arquitectos como Ponç des Coll, Jaime Fabre o Berenguer de Montagut.
Además de la historia de la catedral de Mallorca, esta es conocida también por su impresionante arquitectura y, sobre todo, por la manera en que la luz juega entre sus muros.
La construcción es de estilo gótico, con influencia levantina, por lo que cuenta con muchos de sus elementos característicos como las grandes vidrieras, los arcos apuntados o los arbotantes que sujetan las cúpulas y permiten que la construcción crezca en altura manteniendo la estabilidad. Su planta tiene tres naves con tres capillas paralelas, en lugar del crucero clásico y varias capillas más en los laterales.
En su punto más alto, la altura en el interior es de 44 metros, una altura más que considerable para un edificio con esta antigüedad. Y, en este punto de mayor altura, encontramos un enorme rosetón por el que entra la luz exterior dibujando miles de colores que deleitan la vista de quien accede a la catedral.
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Otra particularidad importante dentro del templo mallorquí es la intervención de Gaudí durante el siglo XX, uno de los arquitectos españoles más aclamados a nivel internacional. Su trabajo era de recuperación de los espacios originales aunque su mano y su estilo modernista se percibe en muchos elementos como el cierre del altar mayor, los candelabros o algunas nuevas vidrieras.
Sin duda, las vidrieras son el elemento más sorprendente al entrar en la catedral de Mallorca, especialmente el rosetón mayor que comentábamos anteriormente, construido con más de 1.115 piezas de vidrio de 4 colores. Su diámetro es de casi 12 metros y no deja a nadie indiferente, especialmente, cuando el espectáculo de luces ofrece un cruce perfecto entre el rosetón mayor y el que se sitúa en frente, creando una especie de ocho de luz que solo puede verse dos veces al año: el 2 de febrero y el 11 de noviembre.