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Pirámide de Keops, una de las 7 maravillas del mundo antiguo
Viajes 21 junio 2024

¿Cuáles son las 7 maravillas del mundo antiguo?


Un fascinante viaje a través de los siglos, las civilizaciones y las leyendas en torno a las 7 Maravillas del Mundo Antiguo.
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Silvia Sanchidrián

Responsable de comunicación en Indomio España

El mundo está lleno de maravillas naturales por descubrir. Las culturas milenarias de todo el mundo nos siguen encantando con obras arquitectónicas audaces, evocadoras e impregnadas de significado e historia.

Descubramos los orígenes de las 7 Maravillas del Mundo Antiguo, para comprender el encanto que se abrió ante los ojos de nuestros antepasados más afortunados, que pudieron disfrutar de estas maravillas sin parangón.

Pirámide de Keops

La Pirámide de Keops, más conocida como la Gran Pirámide de Guiza, es un monumento sin parangón que se alza imponente en la meseta de Guiza, testimonio tangible de la grandeza y el ingenio de los antiguos egipcios.


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Encargada por el faraón Keops en el siglo XXVI a.C., esta majestuosa estructura ha sobrevivido al paso de los milenios, manteniéndose como la única de las 7 maravillas del mundo antiguo que sigue en pie.

Su construcción, supuestamente bajo la dirección del hábil arquitecto Hemiunu, primo y consejero cercano de Keops, fue una empresa titánica que requirió ingenio, un esfuerzo colosal y una precisión increíble. A lo largo de unos 27 años, la Gran Pirámide estaba destinada a ser la tumba eterna del poderoso gobernante.

Terminada hacia el año 2560 a.C., la Gran Pirámide de Guiza fue la estructura más alta del mundo durante más de tres milenios y medio, con su impresionante altura de 146 metros. Es un extraordinario tributo a la destreza técnica de los constructores del antiguo Egipto, que utilizaron más de 2,3 millones de bloques de piedra para erigir esta maravilla arquitectónica. Algunos de estos enormes bloques pesaban más de 80 toneladas.

Más allá de su grandeza física, la Gran Pirámide sigue alimentando la curiosidad y el asombro de estudiosos y visitantes de todo el mundo, ofreciendo una oportunidad sin igual para explorar y comprender el glorioso pasado del antiguo Egipto y el ingenio intemporal de sus habitantes.


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Coloso de Rodas

El Coloso de Rodas era una imponente estatua que encarnaba la majestuosidad y la devoción de los antiguos griegos a Helios, el Dios del Sol. Esta magnífica obra de arte de nada menos que 32 metros de altura y totalmente revestida de bronce (lo que le concede su puesto entre las 7 maravillas del mundo) estaba destinada a dominar la entrada del puerto principal de Rodas, sirviendo de faro simbólico y testimonio del fervor religioso de la isla.

Desgraciadamente, la grandeza del Coloso ha quedado relegada al reino de las leyendas y los cuentos antiguos, ya que un terremoto lo redujo a ruinas, borrando su presencia de la superficie de la tierra. La decisión de los rodios de no reconstruirlo, por temor a la venganza divina, ha contribuido a que el destino del Coloso sea aún más misterioso y esté envuelto en el mito.

En contra de la creencia popular, recientes descubrimientos y estudios arqueológicos sugieren que el Coloso pudo no estar a la entrada del puerto, sino sobre un pilar dentro de la Acrópolis de Rodas, que más tarde se convirtió en la ciudad de los Caballeros de Malta.


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Templo de Artemisa

En la antigua ciudad de Éfeso, Turquía, se erguía majestuoso el Templo de Artemisa, una de las célebres 7 maravillas del mundo antiguo. Construido hacia el año 560 a.C., este magnífico santuario era un testimonio del ingenio y la grandeza de la arquitectura griega antigua.

Su fama se extendió mucho más allá de las fronteras de Éfeso, probablemente por su imponente tamaño: con 115 metros de largo y 55 de ancho, era cuatro veces mayor que el Partenón de Atenas. Por desgracia, la historia del templo de Artemisa está marcada por la destrucción y la tragedia.

Las incursiones de los godos y la acción devastadora del arzobispo de Constantinopla condujeron a su demolición, reduciendo esta magnífica creación a los escasos restos que hoy sobreviven. El descubrimiento de este lugar sagrado se debe al arqueólogo inglés John Turtle Wood, que halló los primeros restos en 1869.

Mausoleo de Halicarnaso

El Mausoleo de Halicarnaso, una imponente estructura funeraria erigida por Artemisia en honor de su difunto esposo y hermano Mausolo, gobernador de Caria en la antigua Anatolia, fue uno de los monumentos más grandiosos y célebres del mundo antiguo.

Construido en sólo tres años, entre el 353 y el 350 a.C., este majestuoso edificio se elevó hasta una altura de 42 metros, distinguiéndose por su magnificencia y grandeza, hasta el punto de merecer un lugar entre las 7 maravillas del mundo antiguo.


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El Mausoleo constaba de cuatro partes distintivas: un pedestal decorado con todo detalle en la parte inferior, un templo rodeado por 36 columnas jónicas, una pirámide con 24 escalones y, para coronarlo todo, una cuadriga de mármol. La obra era tan extraordinaria y famosa que el término «mausoleo» derivó precisamente de este monumento.

Desgraciadamente, en 1494 d.C. un devastador terremoto lo arrasó por completo, dejando sólo algunos fragmentos de su magnífica decoración. Afortunadamente, algunos de los artefactos -incluida la cuádriga y los caballos que adornaban la parte superior del mausoleo junto con otros elementos decorativos- se exponen ahora en el Museo Británico de Londres.

Estatua de Zeus

En el majestuoso Templo de Zeus en Olimpia, antaño lugar de celebraciones y rituales religiosos en honor del poderoso dios del Olimpo (aquí se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la historia), se erigía una de las 7 maravillas del mundo antiguo: la estatua de Zeus, creada por el famoso escultor Fidias.

De unos 12 metros de altura e iniciada en el 436 a.C., esta obra monumental tardó más de 20 años en completarse. Conocida por su estructura «criselefantina» (oro y marfil juntos), los arqueólogos han revelado con el tiempo que en su creación intervinieron materiales muy diversos, como cerámica, obsidiana y láminas de plomo.


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El descubrimiento en el siglo XX de las matrices de terracota utilizadas para dar forma al manto de la estatua también proporcionó valiosa información sobre el complejo proceso de su creación. Las láminas de oro se martilleaban una a una y se decoraban con piezas de vidrio, lo que confería a la estatua una elegancia y un refinamiento extraordinarios.

Casi ocho siglos después de su creación, la estatua sufrió un trágico destino: fue trasladada del templo abandonado de Olimpia a Constantinopla para formar parte de la colección del Palacio de Lausus, un alto funcionario imperial. Por desgracia, en el año 475 d.C., tanto el palacio como la suntuosa estatua fueron víctimas de un devastador incendio, que marcó el fin de esta extraordinaria maravilla del mundo antiguo.

Faro de Alejandría

El Faro de Alejandría, erigido entre los años 300 y 280 a.C. en la isla de Pharos, frente al puerto de Alejandría (Egipto), es un icono de la grandeza y la ingeniería de la Antigüedad; representa uno de los logros más avanzados de la tecnología helenística.

Este majestuoso faro, encargado por un mercader griego, fue diseñado con el objetivo de mejorar la seguridad del tráfico marítimo en la zona, caracterizada por peligrosos bancos de arena y la falta de puntos de referencia naturales.

Su construcción permitía señalar con precisión la posición del puerto a los barcos que entraban y salían: durante el día, unos espejos especiales de bronce pulido reflejaban la luz del sol hacia el mar, mientras que por la noche se encendían hogueras para guiar a los marineros.

Se calcula que la torre del faro alcanzaba una altura de 134 metros, lo que la convertía en una de las estructuras más altas de la época y, según los registros, podía divisarse desde una distancia de 48 kilómetros. Esto le otorga el título de primer rascacielos de la historia. Por desgracia, su majestuosidad no resistió la furia de la naturaleza: dos devastadores terremotos en el siglo XIV causaron su destrucción.

Hoy en día, los restos del Faro de Alejandría pueden explorarse mediante excursiones de buceo.


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Jardines Colgantes de Babilonia

Los Jardines Colgantes de Babilonia son uno de los enigmas más fascinantes de la Antigüedad, envueltos en misterio y controversia. Se dice que adornaban la capital del Imperio Neobabilónico, construida por el gran rey Nabucodonosor II en el siglo VI a.C..

Sin embargo, su existencia es objeto de debate entre los historiadores. Algunos estudiosos sugieren que los jardines pudieron estar situados en Nínive, capital del Imperio Asirio, mientras que otros se basan en las descripciones de escritores clásicos, como Beroso de Kos, el primero en dar constancia escrita de ellos.

Incluso hay quien cuestiona la existencia misma de los jardines, considerándolos un mero producto de la imaginación de los antiguos. Beroso de Kos describió terrazas de piedra con forma de montaña llenas de todo tipo de árboles y flores. Según su relato, estas terrazas con vegetación colgante se crearon para calmar la nostalgia de la esposa de Nabucodonosor II, Amytis de Meda, por su tierra natal de verdes colinas.


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A pesar de la falta de pruebas tangibles, los Jardines Colgantes de Babilonia siguen siendo un símbolo de belleza y grandeza en el imaginario colectivo, evocando el encanto de los mundos antiguos y sus maravillas perdidas.

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