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Situado a pocos kilómetros de la ciudad de Brașov (Rumanía), el castillo de Bran es famoso sobre todo por la figura de Drácula, el célebre vampiro nacido de la pluma del escritor irlandés Bram Stoker. La historia de esta fortaleza medieval encaramada a una pared rocosa que domina un estrecho desfiladero, está profundamente arraigada a los acontecimientos medievales de Transilvania y a su más despiadado y temido defensor, Vlad el Empalador.
El castillo de Bran se erigió en 1377 por iniciativa de Luis I de Anjou, rey de Hungría también conocido como Luis el Grande, con el fin de defender las fronteras de Transilvania de incursiones extranjeras. Debido a su ubicación estratégica, el edificio evolucionó a lo largo de los siglos hasta convertirse en una de las estructuras defensivas más importantes de la región, además de desarrollar un papel como aduana, reteniendo un porcentaje de todas las mercancías que entraban y salían de Transilvania.
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Su arquitectura, que incluye imponentes torres, estrechas y sinuosas escaleras y pasadizos subterráneos, es un fascinante ejemplo del estilo gótico-medieval, características que han contribuido a convertirlo en una de las principales atracciones turísticas de Rumanía. A lo largo de los siglos, el castillo se utilizó como fortificación militar, aduana y residencia real. En el siglo XIX, fue restaurado y se convirtió en la residencia de verano de la reina María de Rumanía, que contribuyó a transformarlo en un hogar más acogedor.
Vlad el Empalador, gobernante de Valaquia, conocido por su crueldad y apodado así por su brutal método de ejecución contra los enemigos, luchó para defender el territorio del Imperio Otomano y pasó a la historia por su crueldad. La relación con el castillo de Bran se debe a que supuestamente realizó algunas de sus campañas en las inmediaciones, pero no hay pruebas históricas de que se alojara allí.
No obstante, la asociación entre el castillo y el vampiro creada por Bram Stoker ha consolidado la imagen de la fortaleza como «el castillo de Drácula». De hecho, aunque no existe certeza sobre la relación entre la fortaleza y el despiadado gobernante, fue de esta figura histórica de la que Stoker se inspiró para la composición de su personaje. El propio nombre, Drácula, deriva del patronímico de Vlad, Drăculeia, literalmente «hijo del dragón».
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Hoy en día, el castillo de Bran es un museo abierto al público que permite sumergirse en una atmósfera gótica y misteriosa. Las salas interiores, algunas de ellas decoradas con muebles de época, ofrecen una visión de la vida medieval en Transilvania. Los visitantes pueden explorar los diferentes niveles del castillo subiendo por escaleras de caracol y atravesando pasadizos secretos que conectan las distintas partes de la fortaleza.
Bran, además del famoso «Castillo de Drácula», ofrece varias actividades y atracciones para descubrir la historia y la cultura de Transilvania. El pueblo está enclavado en un impresionante entorno natural, ideal para practicar senderismo y pasear por los cercanos Cárpatos.
Además del castillo, es posible visitar el Museo de la Aldea de Bran, una exposición al aire libre que recrea viviendas tradicionales de la región y ofrece una visión de las antiguas tradiciones agrícolas. Los amantes de la naturaleza pueden aventurarse por los numerosos senderos que atraviesan las colinas de los alrededores, explorar las cuevas locales o dar un paseo en carruaje para admirar los paisajes rurales.
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Una de las atracciones más nuevas e innovadoras del castillo es el tunelul timpului, el «túnel del tiempo», abierto al público en 2017. Este largo pasaje subterráneo lleva a los visitantes en un viaje multimedia a través de la historia del castillo de Bran y la región circundante. Las paredes del túnel están equipadas con pantallas interactivas que proyectan imágenes e información histórica, complementadas con una banda sonora especialmente compuesta para ofrecer una experiencia sensorial única.