Responsable de comunicación en Indomio España
No estamos dentro del cuento de Peter Pan, sino en la bahía de Chesapeake, en Maryland. Aquí es donde realmente está Nunca Jamás. Holland Island era una pequeña isla situada en el delta del río Potomac, donde desemboca en el océano Atlántico.
Descubramos juntos cuál es su historia.
Cuando esta isla emergió de las aguas del río hacia 1600, recibió el nombre del primer colono que se asentó en esta franja de tierra, Daniel Holland. Éste había comprado las tierras al sheriff del condado de Dorchester para cultivarlas.
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En 1850 se empezó a construir en la isla para que la pequeña comunidad de pescadores y agricultores pudiera vivir permanentemente en ella. Además de las casas de los residentes, había una iglesia, una oficina de correos y algunas tiendas.
En 1910 tenía 360 habitantes y era el islote más poblado de la bahía. También contaba con una escuela, un médico y un equipo de béisbol. Tenía una gran flota de barcos porque se mantenía principalmente de la pesca de cangrejos y ostras.
En pocos años, las cosas empezaron a cambiar. El viento y las mareas empezaron a erosionar fuertemente la costa oeste de la isla, justo donde se alzaba la mayor parte del pueblo. Muchos habitantes regresaron a tierra firme.
Unos pocos, más testarudos, intentaron quedarse trasladando casas o construyendo muros de contención, en vano.
En 1918, una tormenta dañó la iglesia y muchas de las últimas casas habitadas que quedaban. Ese mismo año, la última familia abandonó la isla para siempre. Sólo unos pocos pescadores regresaron para instalarse en la isla durante la temporada de pesca.
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Para evitar que la isla desapareciera y con ella toda su historia, el reverendo Stephen White creó la Holland Island Preservation Foundation, luchando por salvarla durante años, en vano.
En 2010 se dio por vencido y entregó la isla a la Fundación Concorde, que la vio desaparecer en sus manos. La última casa que quedaba, construida en 1888 en estilo victoriano, fue engullida por las aguas en octubre de ese mismo año.
Hoy, todo lo que queda de Holland Island es un recuerdo y un pantano.
El agua se la ha tragado por completo debido a la erosión de las olas del océano y a la subida gradual del nivel del mar. En menos de 100 años su superficie se ha reducido a la mitad hasta desaparecer por completo bajo las aguas.
Por aquí pasan numerosas aves que se detienen a descansar en la marisma que antaño ocupaban la isla, sus casas y la ferviente actividad de sus pescadores y habitantes. Son garzas, pelícanos y charranes. Antes había más. Hasta que las tormentas destruyeron los últimos árboles, cientos de garzas anidaban aquí.