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Responsable de comunicación en Indomio España
En el corazón de Turquía, en medio de los impresionantes paisajes de la región de Denizli, se encuentra una enigmática y sorprendente formación conocida como la Puerta de Plutón. Este lugar, envuelto en leyendas de miles de años de antigüedad, siempre ha cautivado la imaginación de la humanidad, trayendo consigo el misterio del inframundo. Antiguas creencias la identifican como la entrada al infierno.
Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta fascinante leyenda? En este artículo, exploramos los orígenes del mito, las explicaciones científicas y la fascinación intemporal que la Puerta de Plutón sigue ejerciendo sobre viajeros, eruditos y soñadores de todas las épocas.
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La Puerta de Plutón, también conocida por el nombre de Plutonium, se encuentra en la vieja ciudad turca de Hierápolis, una antigua ciudad helenístico-romana de la región de Frigia que dominaba el valle del río Lykos a lo largo de una ruta estratégica que unía Anatolia con el mar Mediterráneo. Hierápolis se conoce hoy como Pamukkale, lugar famoso por sus fuentes termales en las que se forman pintorescas piscinas naturales de piedra caliza.
El yacimiento ha sido objeto de estudio e investigación desde 1957 con la Misión Arqueológica Italiana de Hierápolis de Frigia (MAIER), dirigida entonces por Paolo Verzone, de la Universidad Politécnica de Turín. La Hierápolis de Frigia atrae cada año a cerca de 1,5 millones de visitantes, fascinados por las maravillas naturales y los vestigios de la antigua civilización.
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La Puerta de Plutón es un portal de piedra que conduce a una pequeña caverna, situada dentro de una arena rectangular al aire libre dominada por un templo y rodeada de escalones de piedra. Aún hoy, una gran concentración de dióxido de carbono volcánico emerge de la grieta de la roca, formando por la noche un «lago» de dióxido de carbono en el suelo de la caverna. Este gas, más pesado que el aire, es especialmente peligroso al amanecer, cuando su concentración alcanza niveles extremadamente altos, capaces de asfixiar en cuestión de minutos a animales e incluso a seres humanos que se encuentren a 40 centímetros del suelo.
Cuenta la leyenda que este lugar, conocido por sus características mortíferas, se utilizaba para rituales religiosos, en los que se sacrificaban animales. Sólo los sacerdotes podían acercarse a la abertura, mientras que los espectadores se situaban en los escalones para contemplar los rituales sin arriesgar sus vidas. Los sacerdotes acercaban a los animales sacrificados al «lago» de dióxido de carbono y en unos instantes las víctimas morían asfixiadas.
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Se supone que los sacrificios se hacían por la mañana o por la tarde, cuando la concentración de gas alcanzaba su punto máximo. Incluso hoy en día, la liberación de dióxido de carbono sigue siendo extremadamente peligrosa: durante las recientes excavaciones dirigidas por el arqueólogo Francesco D’Andria, se observó que numerosas aves que se acercaban a la fisura morían rápidamente a causa de los humos tóxicos.
Los horarios de apertura del yacimiento de Hierápolis varían a lo largo del año: conviene que quienes deseen visitarlo consulten el sitio web oficial. No obstante, abre todos los días y la entrada permite visitar el yacimiento arqueológico, las piscinas naturales de Pamukkale y el museo arqueológico. El coste de la entrada que permite acceder a todas las atracciones es de 30 euros y es aconsejable dedicar al menos tres horas sólo a visitar el yacimiento arqueológico de Hierápolis.
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