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Además de por su belleza y riqueza de monumentos históricos y artísticos, la ciudad de Barcelona también es conocida por su característico plano urbano de planta cuadrada. Este modelo único, conocido como el Plan Cerdà, se diseñó en 1860 para ampliar y remodelar la ciudad.
Pero, ¿por qué se diseñó el ensanche de Barcelona en cuadrados? Veamos los orígenes de este plan y cómo influyó en su desarrollo urbano.
El Plan Cerdà, diseñado por el ingeniero Ildefons Cerdà, preveía la creación de una vasta área urbana organizada en forma de cuadrícula o tablero de ajedrez, también conocido como trazado en damero.
El diseño incluía manzanas de 113,3 metros de lado, con edificios de una altura máxima de 16 metros. Las calles, de 20, 30 y 60 metros de ancho, se entrecruzaban en ángulo recto, formando una red ordenada y funcional. El Gobierno español prefirió este plan al de Antoni Rovira i Trias, ganador de un concurso municipal en Barcelona, por su enfoque innovador del desarrollo urbano.
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El rasgo distintivo y característico del Plan Cerdà es, por tanto, su trazado en forma de tablero de ajedrez, que se extiende desde el Besòs hasta Montjuïc.
Besòs y Montjuïc hacen referencia a dos puntos geográficos más significativos de Barcelona: el río Besòs está situado al noreste de Barcelona y representa uno de los límites naturales de la ciudad, mientras que Montjuïc es una prominente colina al suroeste, famosa por sus parques, instalaciones deportivas (muchas de las cuales se utilizaron durante los Juegos Olímpicos de 1992) y su castillo.
Las manzanas se han diseñado de manera uniforme, creando una retícula continua. Una característica innovadora y peculiar es que las manzanas tienen esquinas redondeadas a 45º, llamadas «chaflán», que proporcionan mayor visibilidad en las intersecciones, pensadas para mejorar la fluidez del tráfico y dar una sensación de orden a la ciudad.
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El Plan Cerdà introdujo una serie de ventajas para el urbanismo, como la distribución uniforme del espacio y una mejor accesibilidad.
Sin embargo, el plan también fue objeto de polémica, ya que fue impuesto por el gobierno central del Rey de España, que lo prefirió al de Antoni Rovira i Trias (que, recordemos, fue elegido en cambio por el municipio).
A pesar de las críticas iniciales, el Plan Cerdà se ha convertido con el tiempo en una parte fundamental de la identidad urbana de Barcelona. Hoy, la ciudad es un destino incesante para los turistas, que pueden visitar fácilmente su belleza y atractivo gracias al ingeniero Ildefons Cerdà.