Responsable de comunicación en Indomio España
En los últimos años, la evolución de los modelos de vivienda ha propiciado la difusión de nuevas formas de convivencia y de compartir espacios. Entre ellas, el cohousing, el co-living y el social housing representan tres de las soluciones más interesantes para responder a diferentes necesidades de vivienda.
Aunque tienen algunos elementos en común, cada uno de estos modelos presenta características, finalidades y modos de gestión particulares que los hacen adecuados para contextos y necesidades específicos.
LEE TAMBIÉN: Cómo saber si hay problemas en tu comunidad de vecinos antes de comprar una casa
El cohousing es una forma de vivienda colaborativa y participativa que se basa en la creación de una comunidad intencional. Este modelo de vivienda se originó en los años 60 en Dinamarca y desde entonces se ha extendido por todo el mundo como respuesta al deseo de crear un sentimiento de comunidad más profundo que el anonimato de los barrios tradicionales.
En un complejo de cohousing, los residentes viven en viviendas privadas pero comparten grandes espacios comunes como cocinas, jardines, salas de recreo y zonas para niños. El diseño de los espacios se hace colectivamente, con la participación activa de los futuros residentes. Este modelo fomenta la interacción social, la cooperación y la ayuda mutua entre los miembros de la comunidad.
Las decisiones sobre la gestión y el mantenimiento de los espacios comunes se toman colectivamente mediante procesos democráticos y participativos. El cohousing es una solución de vivienda a largo plazo, ideal para quienes desean un entorno estable basado en valores compartidos como la sostenibilidad, la igualdad y la inclusión social.
Un ejemplo típico de cohousing son los grupos de familias que se unen para diseñar y construir un complejo de viviendas con espacios compartidos, donde la comunidad se convierte en un elemento central de la vida cotidiana.
El co-living, a diferencia del cohousing, está dirigido principalmente a personas con necesidades de alojamiento temporal y estilos de vida dinámicos. Esta forma de vida es especialmente popular entre estudiantes, jóvenes profesionales, trabajadores en remoto y nómadas digitales.
LEE TAMBIÉN: Qué son los ETF inmobiliarios: tipos, ventajas y riesgos
En el co-living, los inquilinos alquilan habitaciones privadas o pequeños pisos dentro de una estructura residencial, al tiempo que aprovechan espacios comunes como cocinas, salas de estar, espacios de coworking y zonas recreativas. La gestión del espacio está centralizada y a menudo se confía a empresas especializadas que ofrecen servicios adicionales como limpieza, mantenimiento y organización de eventos sociales.
Uno de los aspectos más relevantes del co-living es la flexibilidad: los contratos de alquiler suelen ser cortos y adaptables a las necesidades del inquilino. Este modelo de vivienda promueve un estilo de vida orientado a socializar, compartir experiencias y construir redes profesionales y personales.
El co-living representa una respuesta a las necesidades de una sociedad cada vez más móvil y conectada, donde el concepto de hogar se funde con el de comunidad temporal y lugar de trabajo compartido.
El social housing es un modelo de vivienda cuyo principal objetivo es proporcionar una vivienda asequible a personas y familias que tienen dificultades para acceder al mercado inmobiliario tradicional. Este tipo de vivienda suele ser promovida por organismos públicos, cooperativas u organizaciones sin ánimo de lucro y pretende garantizar el derecho a la vivienda y promover la integración social.
A diferencia del cohousing y el co-living, el social housing no se basa necesariamente en compartir espacios o crear una comunidad intencional. Sin embargo, muchos proyectos de vivienda social incluyen espacios comunes y servicios colectivos para fomentar la interacción y el apoyo mutuo entre los residentes.
La vivienda social puede adoptar diferentes formas, como viviendas de alquiler asequible, programas de compra subvencionada o proyectos de regeneración urbana para crear nuevos espacios vitales. Suele estar gestionada por entidades públicas o privadas que establecen criterios específicos para la asignación de viviendas, a menudo basados en los ingresos y las circunstancias familiares.
Este modelo de vivienda es especialmente importante en ciudades con elevados costes de vida y en contextos donde existen importantes desigualdades sociales. El social housing no sólo proporciona una vivienda digna, sino que también contribuye a reducir la exclusión social y a mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables.
LEE TAMBIÉN: ¿Hasta qué hora se puede hacer ruido en casa? Obras, fiestas y otras actividades
Aunque comparten el concepto de compartir e innovar en materia de vivienda, el cohousing, el co-living y el social housing presentan diferencias sustanciales en cuanto a su finalidad, estructura y gestión. Entre ellas:
En los tres modelos de vivienda, la tecnología juega un papel clave en la mejora de la calidad de vida y la gestión de los espacios compartidos.
Sistemas inteligentes de control de accesos, plataformas digitales de gestión de reservas y servicios, soluciones de ahorro energético y sostenibilidad son algunas de las herramientas tecnológicas adoptadas para hacer más eficientes y funcionales el cohousing, el co-living y el social housing.
La digitalización también facilita la comunicación entre los residentes y la gestión de las actividades comunitarias, ayudando a crear entornos de vida más integrados y conectados.