Responsable de comunicación en Indomio España
China alberga importantes edificios históricos de altura considerable, siendo la Gran Muralla el ejemplo más conocido. Pero, más allá de estas construcciones, ¿sabías que también es el país con mayor número de rascacielos del mundo?
Así es: supera incluso a Estados Unidos y Japón. Entre todos ellos, hay uno en particular que ofrece una vista impresionante y concede a los visitantes una mirada increíble al horizonte de la ciudad. Se trata de la Torre de Shanghai, el rascacielos más alto de China, símbolo de la grandeza arquitectónica moderna y del progreso alcanzado por el país.
Ya hemos hablado en nuestro blog sobre el rascacielos más alto del mundo pero, aunque el rascacielos chino no iguala en altura al estadounidense, tiene una serie de particulares que también lo hacen muy especial.
Con sus 632 metros de altura, este rascacielos destaca imponentemente sobre la animada metrópoli china. La Torre de Shanghai se encuentra en el distrito de Pudong e inmediatamente captó la atención del mundo entero por su audaz arquitectura e innovaciones tecnológicas.
La Torre tiene 127 pisos de altura, con capacidad para 16.000 personas y está configurada como una pequeña ciudad vertical, que alberga:
Jardines verticales y zonas verdes completan el conjunto, convirtiéndose en excelentes soluciones para garantizar la calidad del aire y un buen microclima. La versatilidad del rascacielos y su adaptación a las cambiantes necesidades de Shanghai lo convierten en un punto de referencia imprescindible para los ciudadanos.
La Torre de Shanghai no es sólo el rascacielos más alto de China, sino también una verdadera obra maestra arquitectónica y un ejemplo de excelencia en ingeniería.
La construcción, finalizada en 2015, estuvo a cargo del estudio Gensler, que optó por una forma en espiral, que se eleva hacia el cielo, con una serie de tramos: nueve cilindros superpuestos, cada vez más estrechos a medida que se asciende, encerrados por una doble capa de vidrio.
Una estructura que no sólo confiere a la Torre una apariencia única y sorprendente, sino que también contribuye a mejorar su estabilidad y resistencia a las fuerzas naturales, como tifones y terremotos.
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Otra muestra de la excelencia del edificio es su construcción bajo criterios de sostenibilidad clase A, es decir, con una altísima eficiencia energética.
La fachada de cristal garantiza la iluminación natural y, junto con un excelente aislamiento, reduce el consumo de calefacción y refrigeración.
Las turbinas eólicas en lo alto del edificio generan miles de kW/h de electricidad al año y, junto con el sistema geotérmico para los espacios internos del sótano y el sistema de recogida y reciclaje de agua de lluvia, hacen de la Torre Shanghai un líder en construcción sostenible y un maravilloso punto de contacto entre el pasado y el futuro.
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