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La arquitectura japonesa es el eterno equilibrio entre la tradición y la búsqueda de la modernidad. Ciertos elementos, como el respeto por la naturaleza o rituales como la ceremonia del té, también han inspirado el diseño y la arquitectura más típicamente occidentales. Incluso la bioconstrucción, más orientada al respeto por el medio ambiente y la eficiencia sostenible, encuentra inspiración en la cultura oriental japonesa, gracias a la apertura hacia nuevos materiales naturales como el bambú. Conozcamos mejor la arquitectura japonesa, desde la época imperial hasta las influencias contemporáneas.
La arquitectura japonesa encuentra su principal fuente de inspiración en el naturalismo que caracteriza el arte más antiguo y aristocrático de Japón. El hogar es el lugar donde mejor se expresa la tradición milenaria combinada con la innovación moderna. En general, todo edificio japonés no es sólo una estructura, sino una experiencia sensorial.
Este es, en pocas palabras, el universo de la arquitectura japonesa: desde templos silenciosos inmersos en el verdor hasta rascacielos futuristas que se elevan en el cielo de las metrópolis, desafiando las placas tectónicas que desencadenan terremotos devastadores. La arquitectura japonesa es un diálogo continuo entre pasado y futuro, naturaleza y tecnología. Estos elementos pueden apreciarse desde los edificios más grandiosos hasta la elección del mobiliario doméstico.
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Ya sean viviendas privadas o baños públicos, los edificios japoneses pueden parecer pequeños oasis de naturaleza en medio del caos de una metrópolis.
La arquitectura japonesa cuenta con una historia milenaria, pero hay un hilo conductor que une todas las épocas: la fascinación por combinar tecnología, sencillez y refinamiento. Desde los antiguos templos hasta los modernos rascacielos, los edificios japoneses suelen reflejar esta profunda armonía con la naturaleza y un fuerte sentido del cuidado estético, no sólo en su construcción sino también en los rituales y el comportamiento que deben adoptarse en el hogar, especialmente cuando hay invitados en casa.
Los órdenes y estilos arquitectónicos japoneses pueden resumirse en dos categorías principales, como se ilustra a continuación:
El estilo Shoin, que surgió durante el periodo Heian, se caracteriza por viviendas orientadas hacia un estanque, con suelos cubiertos de tatami. Las casas de estilo Shoin tienen una veranda que las rodea y un tokonoma, un nicho para exponer obras de arte o plantas. Las habitaciones están separadas por puertas correderas, llamadas fusuma, influidas por la filosofía budista.
El estilo Shinden es más aristocrático y consiste en una estructura central conectada a edificios secundarios por pasillos abiertos. Estas viviendas, a menudo construidas cerca de lagos, muestran una simetría perfecta, dejando espacios libres y abiertos, un rasgo distintivo de este estilo.
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Aún hoy, los arquitectos japoneses utilizan materiales típicos de la corriente naturalista, como los siguientes:
La elección de la madera es a la vez estética y funcional, principalmente por su capacidad para mantener el fresco en verano y retener el calor en invierno, adaptándose perfectamente a las condiciones climáticas de Japón. De hecho, las casas suelen estar elevadas para favorecer la circulación del aire.
Las técnicas de construcción han evolucionado con el tiempo, abrazando plenamente la modernidad. Este impulso ya es evidente en los edificios contemporáneos y en los construidos después de la II Guerra Mundial. Son construcciones tecnológicamente avanzadas, que responden a las modernas normas antisísmicas y ecosostenibles, y a la necesidad de espacio debida a la alta densidad de población de las grandes metrópolis que se desarrollaron en la segunda mitad del siglo XX. De hecho, los rascacielos, aunque crecen en altura, se construyen respetando el entorno circundante, dejando así intacta esa búsqueda de la armonía con la naturaleza que ha inspirado la arquitectura japonesa desde las primeras épocas imperiales.
Para los japoneses, el hogar no es sólo una propiedad o una vivienda privada. Ciertos rituales, como la ceremonia del té, son prueba de ello. De hecho, muchas casas tienen una habitación dedicada exclusivamente a esta ceremonia. En estas salas, separadas por puertas correderas, no abundan las sillas, ya que se invita a la gente y a los invitados a sentarse en esteras de tatami durante las comidas.
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El engawa es otra de las habitaciones típicas de las casas japonesas. Es una veranda cubierta por un tejado inclinado; un espacio para ofrecer refugio del mundo exterior. Un refugio contra el caos.
El otro aspecto distintivo de la arquitectura japonesa es la cultura de lo efímero. Este elemento destaca en las viviendas civiles, que suelen diseñarse para durar un máximo de 25 años, estimulando así la creatividad de los arquitectos, siempre al compás de los cambios que exige la modernidad.
La casa es como un pasadizo en constante cambio, donde la distribución de las habitaciones puede cambiar dejando intactos los elementos más tradicionales, como el engawa. No es casualidad que en Japón el precio del terreno sea mucho más elevado que el de la propia casa. La tierra y los elementos de la naturaleza son los cimientos mismos de los edificios. Las constantes referencias a la naturaleza en el mobiliario y los jardines Zen son la prueba más clara de ello; pueden cambiar y mutar tecnológicamente, pero el objetivo primordial es la eterna búsqueda de la armonía con la naturaleza.
La arquitectura japonesa moderna se esfuerza por mantener la armonía entre el edificio y su entorno. A pesar del aumento de la población y la expansión de las grandes ciudades, algunos arquitectos como el famoso Fumihiko Maki han desarrollado obras urbanísticas atentas a la búsqueda de esta armonía.
El cocooning es una tendencia japonesa que inspira a arquitectos e interioristas de todo el mundo. Consiste precisamente en labrar espacios acogedores y relajantes en el interior de la vivienda, incluso en contextos densamente urbanizados. El hogar se convierte así en un refugio contra el caos exterior, el lugar donde buscar la esencia de la naturaleza. Es este elemento el que ha mantenido viva la arquitectura japonesa durante siglos: el firme arraigo en la tradición y el continuo impulso hacia la modernidad y la innovación.