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Las manchas de lejía son un problema frecuente en el cuidado de los tejidos, especialmente cuando esta sustancia blanqueadora entra en contacto con prendas de color o tejidos delicados.
La lejía, gracias a su alto poder oxidante por la presencia de hipoclorito sódico, es muy utilizada para desinfectar y blanquear, pero su uso incorrecto puede causar daños irreversibles en las prendas.
Las manchas de lejía en los tejidos blancos, aunque menos llamativas que en las prendas de color, suelen manifestarse como halos amarillos. Para remediarlo, es aconsejable sumergir la zona manchada en una solución de vinagre de vino blanco y agua.
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De hecho, el vinagre tiene propiedades que ayudan a neutralizar la alcalinidad de la lejía, reduciendo el efecto de la mancha. Después, hay que lavar la prenda siguiendo el ciclo normal de lavado.
En el caso de manchas rosas o rojas, resultantes de reacciones químicas entre la lejía y el tejido, se recomienda utilizar una solución de bicarbonato sódico y agua. Deja la prenda en remojo durante aproximadamente una hora, aclárala y procede con un lavado suave.
Cuando la lejía entra en contacto con tejidos de color, puede provocar una decoloración importante que haga casi imposible recuperar el color original. Sin embargo, pueden adoptarse algunas estrategias para limitar los daños. Si la mancha afecta a una gran parte de la prenda, puede ser útil teñir toda la prenda de un tono más oscuro que cubra uniformemente la decoloración.
Para manchas menos extensas, el uso de rotuladores o marcadores específicos para tejidos es una opción viable. Estas herramientas permiten retocar la zona dañada con un color similar al original, dando a la prenda un aspecto más uniforme.
Las manchas antiguas de lejía, es decir, las que no han sido tratadas inmediatamente, son especialmente difíciles de eliminar. En estos casos, el uso de vinagre puede resultar eficaz una vez más. Recomendamos preparar una solución de vinagre blanco y agua a partes iguales y aplicarla directamente sobre la mancha.
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Deja que la solución actúe durante unos diez minutos y, a continuación, aclara a fondo. Este proceso ayuda a neutralizar el efecto alcalino de la lejía, reduciendo la visibilidad de la mancha.
La lana es un tejido especialmente delicado y sensible a la lejía, que puede dañarlo irreparablemente. Para intentar salvar una prenda de lana manchada, es esencial actuar de inmediato aclarando la zona afectada con agua fría.
Posteriormente, es aconsejable sumergir la mancha, una vez más, en una solución de vinagre blanco y agua, para neutralizar el efecto de la lejía, y finalmente lavar suavemente la prenda con un detergente específico para lana, añadiendo un suavizante.