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Responsable de comunicación en Indomio España
No hay escapatoria, el hierro se oxida, nos guste o no. Ya sea por descuido, porque hemos dejado algo en el sótano o al aire libre durante mucho tiempo, o porque simplemente depende del paso del tiempo, nuestros objetos de hierro se cubren de óxido. Y el óxido, a la larga, puede dañar la propia estructura del material.
No se trata sólo de una cuestión estética, sino estructural: el óxido corroe literalmente el hierro. ¿Cómo podemos restaurar el hierro oxidado para vencer al óxido y salvar nuestros objetos? Aquí tienes todo lo que necesitas saber para eliminar el óxido, desde remedios naturales hasta técnicas más incisivas.
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El requisito previo para la formación de óxido es la presencia de oxígeno que activa la oxidación mediante la interacción de óxidos de hierro, hidratos y carbonatos básicos de hierro. Su color va del marrón rojizo al negro y corroe literalmente el material. En los casos más graves, llega incluso a desmenuzarlo, sobre todo si el objeto ha estado expuesto a la intemperie o quizá a la salinidad, como por ejemplo si vives cerca del mar.
Dependiendo de la gravedad de la situación, hay que adoptar distintos sistemas, que pueden ir desde remedios naturales hasta el uso de productos químicos o herramientas que eliminen mecánicamente las capas de óxido. Incluso puede ser necesario retirar la pieza irrecuperable y sustituirla por una nueva pieza de hierro.
Es bien sabido que el vinagre blanco es un poderoso aliado en el hogar. Además de para cocinar, podemos utilizarlo para limpiar suelos y superficies y como suavizante para la colada. Y sí, incluso para eliminar el óxido.
Mezcla agua y vinagre blanco en un barreño y sumerge en él el objeto a limpiar. El tiempo de tratamiento depende de la cantidad de óxido que haya que tratar. Puede tardar entre 15 y 20 minutos o hasta 24 horas. El vinagre te ayudará a eliminar el óxido siempre que no esté muy avanzado. Completa el proceso limpiando el objeto con un paño para eliminar los residuos y sacarle brillo.
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El limón tiene la capacidad de ablandar el óxido y facilitar su eliminación. Mejor aún si mezclas zumo de limón con sal, que también actúa mecánicamente. No escatimes, utiliza mucha sal para crear una pasta muy consistente, casi sólida. Frota enérgicamente.
Tras tratar el hierro con limón y sal, retira los restos con agua corriente y seca bien. Si el óxido se resiste, puedes utilizar un cepillo de dientes antes del aclarado final. Como alternativa, puedes probar con una medida a base de limón, vinagre y bicarbonato sódico.
Merece la pena arriesgarse un poco para vencer al óxido utilizando la cebolla. ¿Cómo? Córtala por la mitad y úsala como una esponja directamente sobre la pieza a tratar. Para que la acción sea más eficaz, puedes espolvorear la cebolla con una cucharada de azúcar. Después del tratamiento, aclara y seca.
Si los métodos naturales no le funcionan, sobre todo cuando el óxido está muy avanzado, tendrás que recurrir a técnicas más incisivas. Los productos químicos específicos para eliminar el óxido pueden acudir al rescate.
Una herramienta suficientemente eficaz pero no demasiado agresiva es el convertidor de óxido, que actúa inactivando el óxido. Puede ser en spray o líquido. El uso de un convertidor detiene la oxidación. Es ideal cuando el óxido aún no ha atacado a fondo el objeto de hierro. Será más fácil eliminarlo sin que la oxidación siga avanzando.
Los productos químicos más comunes y eficaces para decir adiós al óxido se basan en el cloruro de estaño. Vierte el producto en un recipiente con agua caliente y sumerge el objeto oxidado durante 10-15 minutos (o sigue las instrucciones del envase). Tras el tratamiento, cepilla el objeto, acláralo, sécalo y aplica una capa de inhibidor de óxido.
Para no inhalar los vapores del producto ni correr el riesgo de que entre en contacto con la piel o los ojos, usa mascarilla y guantes protectores y extreme las precauciones. Si no te sientes cómodo utilizando productos agresivos y peligrosos, pide a un profesional que lo haga por ti.
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Los remedios naturales y los productos químicos son buenos aliados en la lucha contra el óxido, pero a menudo puede hacer falta usar la fuerza y métodos a la antigua usanza y algunas herramientas mecánicas te ayudarán a eliminar las capas superficiales de óxido.
Los cepillos de hierro existen en varios tamaños y formas, incluso con contornos muy especiales para encajar entre las compuertas más estrechas. Son útiles para eliminar las capas superficiales de óxido antes de realizar el trabajo fino.
El papel de lija es perfecto como segundo paso después del cepillado del hierro o para tratar el hierro cuando es necesario eliminar la pintura dañada antes de antioxidarlo y volver a pintarlo.
Una amoladora eléctrica es la opción ideal para alisar el hierro oxidado eliminando la capa de óxido sin demasiado esfuerzo. La lima es una alternativa anticuada pero eficaz. En este último caso, no tendrás que comprar una máquina específica, pero necesitarás paciencia y esfuerzo. Después, aplica siempre una capa de antioxidante o, si el objeto de hierro está destinado a un uso exterior, como una verja o una barandilla, procede al galvanizado.
Un disco flexible es sin duda el método más agresivo, pero también el más decisivo. Elimina el óxido, pero hay que tener cuidado porque también adelgaza el material. Lo mejor es utilizarlo con precaución eligiendo una herramienta de calidad o poniéndose en contacto con un profesional. Un disco flexible también es útil si se quiere retirar la pieza dañada para soldar una nueva, sustituyendo la antigua.
Eliminar el óxido que ya se ha formado no es garantía de éxito a largo plazo. Con el tiempo, volverá a formarse y habrá que empezar de nuevo. Sin embargo, la reaparición del óxido puede retrasarse aplicando una capa de pintura antioxidante o spray sobre el hierro. En el caso de objetos destinados a permanecer a la intemperie o expuestos a la humedad, el galvanizado es el procedimiento más eficaz.
Si, tras eliminar el óxido, el hierro está ligeramente dañado, se pueden utilizar masillas específicas aplicadas sobre la base para recrear una superficie lisa, ideal para su posterior pintado.
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El óxido es un enemigo insidioso y tarde o temprano se abre paso. Pero su formación puede prevenirse cuidando al máximo los objetos de hierro, al menos cuando sea posible.
Conviene mantenerlos secos, protegidos de la intemperie y del exceso de humedad. Si están destinados al exterior, considera la posibilidad de galvanizarlos. No subestimes el mantenimiento periódico mediante la aplicación de productos protectores como sprays antioxidantes y pinturas que impidan, o al menos retrasen, el inicio del proceso de oxidación.
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