Responsable de comunicación en Indomio España
Si pudiéramos mirar sábanas y almohadas a través de un microscopio, lo más probable es que nos entraran ganas de meterlas en la lavadora. Nos sentiríamos asaltados por organismos increíblemente pequeños que, sin embargo, bajo lupa parecen criaturas monstruosas con espinas, patas y pinzas. Ellos y muchos otros parásitos y diversas suciedades y fluidos que desprende el cuerpo humano, nos hacen compañía en la cama, ¡donde pasamos un tercio de nuestra vida!
Las encuestas demuestran que cambiar las sábanas a corto plazo no es una práctica muy extendida. Además, cada cual tiene sus propias teorías sobre la frecuencia con que deben cambiarse.
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Hace algún tiempo, en una encuesta realizada en el Reino Unido participaron casi 1.900 personas, a las que se preguntó con qué frecuencia cambiaban sus sábanas. La mayoría de los encuestados respondieron que las cambiaban cada una o dos semanas, y alrededor del 10% (más hombres que mujeres) dijeron que lo hacían cada cuatro semanas.
Éste, y otros estudios más recientes, sugieren que los varones son más perezosos en este sentido. Los últimos datos nos dicen que cerca de la mitad de los hombres solteros encuestados esperan incluso cuatro meses antes de cambiar las sábanas. Las parejas que viven juntas suelen hacerlo cada tres semanas de media.
Expertos y microbiólogos recomiendan lavar o cambiar la ropa de cama al menos una vez a la semana. En la columna Wirecutter del New York Times, algunos nombres autorizados como Martha Stewart y Good Housekeeping, pero también libros como «Laundry«, de Cheryl Mendelson, «Simply Clean«, de Becky Rapinchuk, fundadora de Clean Mama, y «Real Simple Cleaning», de Kathleen Squires, nos dan algunos consejos.
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