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Responsable de comunicación en Indomio España
Cuando se produce una fuga de agua en casa, la humedad se infiltra rápidamente en las distintas capas de las paredes, creando no pocos inconvenientes a los inquilinos. Sea cual sea el origen de la fuga de agua (tuberías defectuosas, radiadores con fugas, infiltración de agua de lluvia o humedad por capilaridad, cuando el agua del suelo empuja hacia arriba), el resultado es una acumulación de humedad que corre el riesgo de comprometer la estructura de la vivienda.
El tiempo de secado de una pared tras una fuga de agua varía en función de varios factores:
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Los muros de hormigón pueden tardar una media de 18 a 24 meses en secarse completamente, dependiendo de su grosor. Los muros de ladrillo rojo, por su parte, tardan entre 9 y 15 meses.
No obstante, estos tiempos de secado son sólo estimaciones, ya que pueden variar en función de las condiciones específicas del entorno, como el nivel de ventilación y las temperaturas.
En caso de fuga de agua, es fundamental actuar con rapidez para secar la pared y evitar daños más graves, como la formación de moho. Lo primero que hay que hacer es identificar la causa de la infiltración y, si es posible, repararla para impedir que siga entrando humedad.
Llegados a este punto, puedes proceder a la ventilación natural, abriendo puertas y ventanas para favorecer la recirculación del aire y la evaporación de la humedad: un método sencillo, pero que puede llevar bastante tiempo.
Para acelerar el proceso, es muy recomendable el uso de deshumidificadores: estos aparatos reducen la humedad del ambiente, facilitando el secado de las paredes. Los deshumidificadores profesionales, en particular, pueden reducir el tiempo de secado a unos 10-15 días, dependiendo de la gravedad del daño y de las condiciones ambientales.
Utilizar un secador de pelo para secar una pared mojada puede ser una solución eficaz, aunque temporal, excelente para tratar pequeñas zonas húmedas. Para proceder correctamente, es necesario ajustar el secador de pelo a una temperatura media y mantenerlo a una distancia de al menos 20 cm de la superficie de la pared, evitando concentrarse demasiado tiempo en una sola zona para evitar dañar la pintura o el material que haya debajo.
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Es aconsejable mover el secador constantemente para garantizar un secado uniforme. Para zonas húmedas más grandes o en presencia de daños importantes, es preferible recurrir a soluciones más profesionales, empleando los servicios de especialistas cualificados en restauración de mampostería.
Durante el verano, o cuando el tiempo es caluroso y seco, utilizar un ventilador para secar una pared húmeda tras una fuga de agua puede ser una forma eficaz de acelerar la evaporación de la humedad. Coloca el ventilador de modo que el aire incida directamente sobre la superficie húmeda: esto favorece la circulación y acelera el proceso de secado.
Es aconsejable combinar el ventilador con una buena ventilación natural, abriendo ventanas y puertas para permitir la salida de la humedad. Sin embargo, en caso de daños importantes o infiltraciones significativas, puede ser necesario recurrir a soluciones más drásticas, como retirar el yeso o utilizar productos específicos para secar las paredes.
Son muchos los factores que influyen en la velocidad de secado de una pared dañada por una fuga de agua. He aquí algunos de ellos:
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Para evitar largas esperas, existen varios métodos de secado profesionales que pueden acelerar el proceso, reduciendo el riesgo de moho. He aquí las técnicas más utilizadas:
Tras una inundación, secar las paredes es esencial para evitar daños estructurales. El primer paso es eliminar el agua estancada y limpiar las superficies de barro y escombros. Después, es aconsejable utilizar deshumidificadores profesionales para reducir la humedad y ayudar a evaporar el agua atrapada en las paredes.
Una alternativa eficaz puede ser la instalación de sistemas electrostáticos temporales, que utilizan un campo eléctrico para invertir el flujo de agua, facilitando así la salida de la humedad de las paredes de ladrillo u hormigón. Es importante vigilar el proceso de secado y, una vez finalizado, evaluar si es necesario aplicar tratamientos antimoho o intervenir en los enlucidos dañados.
Para saber si una pared se está secando, es importante observar cualquier rastro de humedad o moho en la superficie. La aparición de manchas blancas o grises, conocidas como eflorescencias salinas, indica que la humedad se está evaporando y dejando depósitos de sal en la pared.
Otra pista es la disminución de la sensación de frialdad al tacto, ya que una pared seca tiende a mantener una temperatura más uniforme. Para una comprobación más precisa, es aconsejable utilizar un higrómetro, que mide la humedad residual en la pared y proporciona datos fiables sobre el proceso de secado.
Además de las técnicas de secado, adoptar buenos hábitos de ventilación y aislamiento térmico ayuda a prevenir posibles daños. Ventilar las habitaciones a diario y mantener el nivel adecuado de humedad ayudan a prevenir la aparición de manchas de moho y a mantener un microclima saludable en el hogar.
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