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La lejía se utiliza a menudo como un potente desinfectante doméstico, ideal para higienizar superficies y, en algunos casos, incluso la vajilla. Sin embargo, utilizar lejía para lavar la vajilla puede plantear importantes riesgos para la salud y la seguridad alimentaria. Conozcamos mejor los peligros asociados a esta práctica, con algunos consejos sobre cómo utilizar la lejía correctamente, y buenas alternativas para desinfectar la vajilla de forma segura y eficaz.
El hipoclorito de sodio, principal ingrediente de la lejía, es una sustancia muy eficaz para destruir gérmenes y bacterias, pero también es extremadamente agresiva. Si no se diluye y utiliza correctamente, puede provocar quemaduras químicas en la piel y las mucosas, irritación respiratoria y, si se ingiere accidentalmente, intoxicación. Además, dejar restos de lejía en la vajilla podría ser perjudicial si se ingieren, con consecuencias potencialmente tóxicas para quienes consuman los alimentos.
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Para reducir estos riesgos, es esencial diluir siempre la lejía en agua fría, ya que el cloro se volatiliza con el calor, reduciendo la eficacia de la desinfección. Los expertos recomiendan una disolución de una cucharada de lejía por litro de agua. Es esencial preparar la solución en el momento de usarla, ya que la eficacia del producto tiende a disminuir rápidamente una vez diluido.
Aunque el uso de lejía para lavar los platos no siempre es recomendable, puede practicarse con algunas precauciones. Para una desinfección eficaz a mano, es importante diluir correctamente la lejía como hemos visto antes, preparando así una solución de agua y lejía en la que sumergir la vajilla durante unos minutos. Después, hay que aclarar bien la vajilla con agua fría para eliminar cualquier residuo. Este método de desinfección puede ser útil en emergencias sanitarias o cuando no se dispone de otros productos higienizantes.
La lejía también puede utilizarse en el lavavajillas para desinfectar la vajilla y el propio aparato. Para ello, vierte dos tazas de lejía directamente en el lavavajillas y selecciona un ciclo de aclarado. Alternativamente, para una limpieza profunda, puede verter un tapón de lejía en el compartimento del detergente e iniciar un ciclo de alta temperatura. Sin embargo, es fundamental no mezclar nunca la lejía con otros detergentes, especialmente los que contienen amoniaco, para evitar reacciones químicas peligrosas.
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Existen muchas alternativas seguras y ecológicas a la lejía, como el vinagre blanco y el zumo de limón. El vinagre, por ejemplo, es un excelente desinfectante natural que puede utilizarse para lavar la vajilla sin riesgo de contaminación química. Basta con sumergir la vajilla en una solución de agua y vinagre durante unos minutos, y luego lavarla con un detergente normal. El zumo de limón, combinado con sal gorda, es igualmente eficaz para eliminar la suciedad y las bacterias, y deja la vajilla limpia y perfumada.
Utilizar lejía puede ser un método eficaz para desinfectar la vajilla, pero debe utilizarse con extrema precaución para evitar daños a la salud.
Optar por alternativas naturales como el vinagre y el limón ofrece un método más seguro y sostenible de limpiar la vajilla, protegiendo tanto el medio ambiente como nuestra salud.