Colaboradora de Indomio.es/news
Las jarras con filtro son un gran aliado para beber agua más limpia, rica y sana. Esta afirmación no es del todo correcta: las jarras con filtro no sirven para purificar el agua. Su función es muy diferente.
Tranquilo, no te han engañado. Las jarras con filtro del mercado nunca prometieron purificar el agua que sale del grifo de la cocina. Salvo casos puntuales el agua que consumimos es segura, potable y de buena calidad, porque procede de acuíferos subterráneos protegidos y, antes de ser introducido en los acueductos que lo llevan a nuestros hogares, es sometido a rígidos controles exhaustivos y, si es necesario, a procesos de depuración.
¿Y la cal? Incluso en este caso, no hay nada de qué preocuparse: la cal presente en el agua de casa se mantiene bajo control por ley (debe permanecer necesariamente entre 15 y 50 °F).
Su filtro sirve para reducir el grado de dureza del agua , con la ventaja de darle un mejor sabor, eliminando también el olor a veces desagradable del agua del grifo, que para algunos «sabe a cloro» o es demasiado pesada.
El filtro de las jarras filtrantes actúa sobre dos «problemas» del agua del grifo: el sabor y la dureza, con dos tecnologías: carbón activado e intercambio iónico respectivamente.
El carbón activado es un material capaz de retener las partículas que pasan a través de él, deteniéndolas en sus poros. Se define como «activo» porque se trata en hornos a altas temperaturas. Este proceso lo hace aún más poroso que el carbón estándar, aumentando así su capacidad de filtrado.
En el caso de las jarras, el carbón activado se reduce a gránulos: podrás observarlos si abres el filtro de la jarra, que está lleno de bolitas negras.
El carbón es responsable del cambio de sabor y olor del agua, que, al pasar por el filtro, se vuelve mejor y más «ligera» en el paladar.
En cambio, el intercambio iónico sirve para reducir el grado de dureza del agua o reducir su la concentración de cal. El filtro de intercambio iónico elimina algunos iones positivos (calcio y magnesio) del agua y los reemplaza con otros tantos iones positivos, por ejemplo cloruro de sodio.
También en este caso, al abrir el filtro se ve claramente al responsable de esta «magia»: son esas bolas blancas hechas de una resina polimérica