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Colaboradora de Indomio.es/news
Chim Chim Cher-ee! Chim Chim Cher-ee! , ¿Te suena esta melodía?
Efectivamente, corresponde al gran actor estadounidense Dick Van Dyke, que dio vida al personaje del deshollinador en la famosa película “Mary Poppins”. Con ese mismo sentido del humor nos disponemos a limpiar la chimenea.
Hay dos maneras de limpiarla: desde el tejado o desde el interior. Es importante tener en cuenta que cada una puede tener características específicas por lo antes de realizar la limpieza es mejor consultar al instalador.
Esta es la imagen que tenemos todos en nuestro imaginario, sin embargo, es la más compleja y menos recomendable para quienes lo hacen por primera vez. En caso de querer hacerlo de esta manera, es necesario en primer lugar disponer de elementos de seguridad, arnés y ayuda para hacerlo. ¡Ante todo seguridad!
Dicho esto, el primer paso que hay que realizar es sellar la boca de la chimenea en el interior de la casa con una hoja de tela fijada con papel engomado para bloquear la salida de polvo y hollín.
A continuación, se retira el deshollinador del tejado y se procede con un cepillo hecho de metal y nylon, para raspar el hollín de las paredes, un peso y una cuerda larga (al menos un metro más larga que la chimenea), y se baja por el conducto de la chimenea.
Gracias a la presencia de la cuerda, puedes tirar del erizo hacia abajo y hacia arriba de nuevo, limpiando así el conducto de salida. Cuando hayas terminado, vuelve a montar el terminal del conducto de humos y regresa a la casa para terminar de limpiar. Abre una pequeña abertura en la junta y utiliza una escoba sin mango para limpiar la boca de la chimenea y la campana.
Limpiar la chimenea y el conducto de humos desde dentro de la casa es sin duda más fácil y por eso es la forma más popular hasta la fecha. Para ello, se necesita un kit de limpieza disponible en ferreterías que incluye cepillos de varios tamaños y palos flexibles que se pueden unir para alcanzar la altura deseada.
Una vez más, lo primero que hay que hacer es sellar la chimenea, tras lo cual se procede a taladrar un orificio de diámetro adecuado para permitir el paso del equipo de limpieza. Los palos y los rizos se mueven desde el exterior, cepillando gradualmente toda la pared.
Para una limpieza adecuada, la operación debe repetirse varias veces, unas cuatro o cinco. La limpieza concluye con la recogida de hollín y carbón como en la limpieza desde arriba.
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