Congelar los alimentos es una de las formas más cómodas de conservar durante mucho tiempo los alimentos que, de otro modo, se estropearían en poco tiempo o acabarían en la basura, quizá porque han sobrado de una comida demasiado copiosa. Gracias al congelador, podemos guardar las sobras o, con la llamada preparación de comidas, asegurarnos de que siempre tenemos alimentos y platos preparados disponibles para descongelar cuando los necesitemos, quizá cuando tengamos poco tiempo o nuestra nevera esté vacía. Pero ¿sabes que no todos los alimentos pueden congelarse? A continuación te indicamos cuáles deben permanecer fuera del congelador y por qué.
¿Congelación o ultracongelación?
En primer lugar, hay que acabar con un mito: el de que congelación y ultracongelación son sinónimos. No lo son.
La congelación se define como el hecho de alcanzar una temperatura cercana a los -15 °C durante un largo periodo de tiempo, unas 24 horas. Es lo que ocurre en los congeladores domésticos.
Congelar alimentos, en cambio, sólo es posible en congeladores industriales, profesionales, donde el enfriamiento es extremo y muy rápido: incluso -80°C en muy poco tiempo. De este modo, se forman diminutos cristales de hielo, mucho más pequeños que los que vemos en nuestro congelador doméstico, y los alimentos, una vez descongelados, parecen frescos porque conservan la misma consistencia que tenían antes de la congelación.
Alimentos que nunca deben congelarse
Ahora que ya sabemos por qué tenemos que hablar de congelación y no de ultracongelación, pasemos a ver qué alimentos no se deben congelar nunca y por qué.
- Verduras de hoja verde. Estas verduras (como la lechuga, las espinacas, la rúcula, la achicoria y muchas otras) contienen mucha agua, lo que, al congelarlas y descongelarlas después, las hace menos sabrosas y muy blandas. Lo mismo ocurre con el apio, las cebollas, los tomates, los calabacines crudos (los cocidos están bien), los rábanos y los pepinos.
- Los huevos crudos, porque una vez metidos en el congelador revientan. En cambio, técnicamente es posible congelar huevos duros, pero una vez descongelados se vuelven muy chiclosos.
- Mayonesa, ketchup y otras salsas. De nuevo, el producto descongelado pierde su consistencia original y, en este caso, también su sabor.
- Las patatas, que una vez descongeladas adquieren una consistencia especialmente pastosa. Es mejor conservarlas frescas (sobre todo porque son hortalizas que se conservan mucho tiempo) o comprarlas en el supermercado ya congeladas.
- Embutidos. Lo mejor es envasarlos al vacío para mantener intactos el sabor y la consistencia.
- Leche y nata. Una vez descongelados, obtendrá un producto de consistencia granulosa.
- Quesos blandos como brie, camembert, ricotta, gorgonzola. El proceso de congelación cambia su consistencia. En cambio, los quesos duros (como el parmesano) pueden conservarse sin problemas en el congelador.
- Pescado no fresco. Antes de congelar pescado, asegúrese de que es muy fresco para evitar contaminaciones. También conviene quitarle las escamas, las espinas y las vísceras.
- Alimentos fritos. El pan rallado, congelado y descongelado, se vuelve blando y decididamente poco apetecible.
- La mayoría de las frutas, sobre todo las ricas en agua, como la sandía, el melón y la piña. Si quiere congelarlas, lo mejor es tratarlas con ácido ascórbico antes de meterlas en el congelador o cocerlas (un procedimiento excelente para melocotones, peras y albaricoques). Las excepciones son las fresas y las bayas, que pueden congelarse: una vez descongeladas estarán muy blandas, pero perfectas para hacer pasteles y otros postres.
- Todos los alimentos descongelados no pueden volver a congelarse. Deben consumirse lo antes posible o tirarse a la basura.
Suscríbete a nuestro boletín
Suscríbete al newsletter para estar al día de nuestras últimas novedades
Regístrate con tu dirección de correo electrónico para recibir las últimas noticias, actualizaciones y consejos prácticos del mundo inmobiliario directamente en tu bandeja de entrada