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¿Por qué nos viene a la mente el color rojo cuando pensamos en la Navidad? ¿Y por qué se ha convertido en el protagonista absoluto de la decoración navideña? La respuesta está en una combinación de factores, que van desde la tradición religiosa y el marketing hasta la cultura popular, que han hecho de este color un símbolo intrínseco de las fiestas. Así surgió esta conexión.
Contrariamente a lo que podría pensarse, el uso del color rojo no está estrictamente relacionado con las celebraciones litúrgicas de la época navideña. El rojo no se utiliza en la época navideña, en la que el color principal es el blanco, que simboliza la pureza y la luz de Cristo, o el verde, que representa la esperanza y la vida. Sin embargo, el rojo se utiliza a veces en ciertas tradiciones litúrgicas, como las del Monte Athos y Jerusalén, donde se lleva para la celebración de la Navidad. En estas tradiciones, el rojo simboliza la pasión de Cristo y la sangre derramada en el martirio, recordando el amor y el sacrificio divinos asociados al misterio de la Encarnación.
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El rojo que hoy asociamos con la Navidad tiene su origen más bien en una estrategia de marketing combinada con la tradición popular. Para explicar esta conexión tenemos que empezar por la figura de Papá Noel.
La figura de Papá Noel, tal como la conocemos hoy, tiene orígenes que se remontan a las tradiciones europeas, en particular las vinculadas a San Nicolás, obispo de Myra en el siglo IV, conocido por su generosidad con los niños. A lo largo de los siglos, Papá Noel se ha representado en varios colores, como el verde, el azul y el blanco, según las tradiciones locales. Por ejemplo, en algunas tarjetas navideñas impresas antes de 1930, el color predominante era el verde, mientras que en los países rusos, donde se le conoce como «Abuelo Escarcha», tenía un abrigo azul claro siempre adornado con pieles.
En 1931, Coca-Cola encargó al ilustrador Haddon Sundblom que dibujara a Papá Noel para los anuncios navideños. Estas representaciones cambiaron la forma de representar a Papá Noel vestido de rojo, con una espesa barba blanca y una sonrisa contagiosa. Aunque Coca-Cola no inventó la figura de Papá Noel, contribuyó a cimentar la imagen de un Papá Noel vestido de rojo, convirtiéndola en icónica y universalmente reconocida.
Esta representación tuvo tal impacto en la cultura popular que influyó en las tradiciones navideñas y en los adornos asociados a esta festividad. El uso del rojo, color ya asociado a la realeza y al calor, acentuó aún más el ambiente festivo y acogedor de la Navidad.
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Paralelamente, otro símbolo navideño vinculado al color rojo es la flor de Pascua. Esta planta ornamental, que debe su fama a su forma y color, se ha convertido en un elemento básico de la decoración navideña, pero su vinculación con la Navidad no se debe únicamente a su color.
La planta, originaria de México, llegó a Estados Unidos a finales del siglo XIX y se utilizó para decorar la Basílica de San Pedro en 1899 con motivo de las fiestas navideñas. Su belleza y su color rojo intenso la convirtieron de inmediato en una elección popular para la decoración navideña, consolidando su papel en las tradiciones festivas.