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Sencillas y coloridas, las margaritas son las flores perfectas para alegrar cualquier estancia, ya sea en casa, en el jardín o en la terraza.
Su cultivo es relativamente fácil y, con unas sencillas recomendaciones, podrás disfrutar de su floración durante todo el verano.
Las margaritas prefieren lugares luminosos y soleados. Si las cultivas en macetas, asegúrate de colocarlas en un lugar que reciba al menos 6 horas de luz solar directa al día.
En el jardín, elige un espacio bien drenado y protegido de los vientos fuertes.
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Las margaritas necesitan un riego regular, sobre todo durante el periodo de crecimiento y floración. La tierra debe mantenerse húmeda, pero no empapada.
Evita regar las hojas para prevenir enfermedades por hongos. En general, riega las margaritas a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando el sol es menos fuerte.
Para favorecer una floración abundante y duradera, abona las margaritas cada 2-3 semanas con un abono líquido equilibrado. Sigue las instrucciones de la etiqueta del abono y dilúyelo según las indicaciones.
La poda es importante para mantener la forma de las margaritas y estimular la floración. Retira regularmente las flores marchitas y poda los tallos más largos para favorecer el crecimiento de nuevos brotes.
En otoño, después de la floración, puedes podar las margaritas a unos 10cm del suelo.
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Las margaritas suelen ser resistentes a plagas y enfermedades. Sin embargo, pueden infectarse por pulgones, babosas y cochinillas.
Si observas la presencia de insectos dañinos, elimínalos manualmente o trata las plantas con un insecticida natural. Las margaritas también pueden verse afectadas por enfermedades fúngicas como la podredumbre de la raíz.
Para prevenir estas enfermedades, asegúrate de que el suelo esté bien drenado y evita regar las hojas.
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