Deambulo por San Pelayo de Navia, una parte de la ciudad que forja su identidad a través de construcciones bajas, de calles tranquilas, de gente amable. Busco una casa con la mirada pero se escabulle a mi encuentro. Yo sé que está ahí, agazapada entre la peculiar intimidad que sólo los pueblos saben crear, protegida en un espacio que le es propio y que ha ido mutando a lo largo del tiempo. Una sola planta la conforma, dividida en humildes y apacibles estancias, donde se escucha el canto de pájaros en libertad y un sutil aroma a flores lo abarca todo. Este hogar construido con esfuerzo y dedicación, se muestra cómo es, honesto, sencillo, práctico. Quizá se sabe privilegiado. Su lugar en el mundo, no es cualquier lugar anodino y gris dentro de la urbe que le rodea. Al contrario, es un paraje verde, agradable, donde el tiempo parece marcar su propio compás, sin prisa, sin el agotamiento que provoca el ritmo de la ciudad. Es por ello que este barrio en breve, será considerado de protección especial, precisamente para preservar la identidad que le ha dado vida e historia.
Cuenta con pequeña parcela de 155 metros cuadrados aledaña a la casa que la complementa, idónea para diseñar un espacio amigo, reservado para instantes de ocio, distensión o soledad al aire libre.
Posibilidad de adquirir la finca adyacente de 874 metros cuadrados que otorga mucho más valor a la propiedad.